Por DiMaggio Abreu Peralta
Prensa@licey.com
SANTO DOMINGO (Licey.com).- Retornar al béisbol invernal luego de siete años de ausencia con los Tigres del Licey resultó “algo grandioso”, en la definición del diestro Ubaldo Jiménez, y una sensación con la que tuvo que luchar para no dejarse llevar de la emoción.
“Fue algo grandioso”, dijo de entrada Jiménez sobre su actuación en la tanda de apertura la noche del 12 de octubre contra los Leones del Escogido en el Estadio Quisqueya Juan Marichal, cuando tiró 5.0 entradas de cuatro hits, una vuelta limpia, no dio base por bolas, ponchó a cinco rivales, con pitcheos máximos medidos de 92 millas por hora, aunque su equipo no le apoyó (0-1)
“Volver al béisbol organizado y en especial estar con el equipo que siempre he seguido, desde pequeño, fue algo grandioso; tuve que luchar para no emocionarme demasiado y no dejarme llevar de los nervios, pero Gracias Dios todo salió bien”, le dijo a Sussy Jiménez para Licey TV.
Respecto a la velocidad que exhibió en su primera apertura, lo justifica en que siempre ha tenido su brazo sano y que estuvo trabajando durante los dos últimos años.
“Muchas personas creen que yo me paré totalmente; yo no jugué béisbol, pero siempre me mantuve trabajando y por eso estoy en una buena condición física: el brazo está saludable, la mecánica está bien, los pitcheos están donde deben estar y es debido al trabajo que he hecho”, estableció.
Jiménez está estipulado para hacer su segunda salida este jueves 17 a partir de las 7:15 de la noche, cuando el Licey recibe a los Toros del Este en el viejo parque del Ensanche La Fe.
Respecto a volver a la rutina de lanzar cada cinco días en un béisbol exigente como el otoño invernal dominicano, dijo que puede ayudarle el hecho, de que en los últimos dos meses trabajó con Edison Lora, el coordinador de pitcheo del programa de los Rockies de Colorado en el país; y con Audry Guevara, “quien es que mantiene a uno físicamente bien y en eso trabajamos”.
Expresó que comenzó a trabajar desde cero, tirando dos innings, luego tres, cuatro, para cuando comenzara a lanzar en el béisbol invernal el cuerpo estuviera adaptado, “y por eso me siento bien”.
Se le cuestionó sobre su estancia con el Licey, de si irá todo el tiempo, hasta que entienda que cumplió con el equipo o si depende de si recibe o no una oferta de contrato para el verano.
“No, no. No hay límite, ahora mismo no tengo un equipo que me pueda dar limitaciones; yo estoy aquí para ayudar al equipo a ganar, hasta donde se pueda”, fue su respuesta del espigado derecho de 35 años, 6’5” de alto, 210 libras, nativo de Nagua.