Si alguien le dice a usted que un pitcher con record de 6-10 ha sido uno de los mejores lanzadores de las Grandes Ligas este año, quizás usted le dirá que está loco o, como es común en las discusiones, “usted no sabe de pelota”.
El record de un lanzador como herramienta fundamental de análisis es una de las creencias que, de forma errada, han acogido los seguidores del beisbol, principalmente por la influencia de los medios de comunicación.
No estoy diciendo que la foja de un pitcher no tenga importancia, pero le daré un consejo: al momento en que una persona hable de un pitcher y su argumento más sólido sea el record, abandone la conversación.
El béisbol ha crecido en muchos aspectos, incluyendo las estadísticas. Ya es tiempo de poner en un segundo plano la cantidad de victorias de un lanzador y enfocarse en otros detalles que en realidad le dirán lo efectivo y dominante que ha sido.
No sé si reír o llorar cada vez que escucho o leo (gracias Twitter) que Chris Sale, Stephen Strasburg, James Shields, entre otros, están “por debajo” o “en una mala temporada”.
La foja de estos hombres depende de tantos elementos como un vehículo de piezas para su funcionamiento. Un pitcher necesita la ayuda de: su ofensiva (soporte de carreras), su defensa, su relevo, las decisiones de su dirigente e incluso de las sentencias de los árbitros.
Chris Sale ha sido sinónimo de “mala suerte” en esta campaña. Aparte de que juega para uno de los equipos con peor defensa en las mayores, es el abridor que menos soporte ofensivo recibe (2.63 carreras).
Él es el dueño del record del primer párrafo pero no tenga la menor duda que ha sido uno de los más dominantes en el 2013.
Sale ha tenido una salida de calidad en 16 de sus 19 aperturas; tiene siete “Tough Losses” (Derrotas duras, estadística que indica juegos perdidos en salidas de calidad); su promedio de carreras limpias es 2.69 (5to en su liga); líder en ERA+ (efectividad ajustada) con 161 (es decir, su PCL es un 61% mejor que el promedio del circuito); ha ponchado al 27.2% de los bateadores enfrentados (4to); ha transferido al 5.7% de sus contrarios; la oposición le batea .212 (4to en LA); su FIP (PCL independiente de la defensa) es 2.86 (4to) y su WHIP es 1.01 (3ro).
¿Todavía le interesa la foja de Chris después de esos datos? Creo que ya se convenció de que él está teniendo un desempeño digno del grupo élite.
Antes de que continuar con los demás miembros del grupo, quiero recordar dos puntos: Félix Hernández ganó el Cy Young en 2010 con record de 13-12. Luce feo pero fue una campaña tremenda; en 2012, Cliff Lee ganó seis, perdió nueve y fue uno de los mejores siete abridores de la Liga Nacional.
Volviendo con los protagonistas, Stephen Strasburg pudiera ser el representante de la corriente “Sale” en la Liga Nacional.
El estelar de Washington tiene un 5-8 que empaña su destacada labor: PCL 2.85; la oposición le batea .208; ha ponchado al 25.5%; le ha dado boleto al 7.6%; su WHIP es 1.07; FIP de 3.28; tiene 13 salidas de calidad (20 aperturas); cuatro “Derrotas duras” y su ERA+ de 133 (33% mejor que el promedio). No olvidar que Stephen recibe el tercer peor respaldo ofensivo de la Gran Carpa con 2.85.
¿Qué tal Shields?
En su primer año con los Reales, James tiene foja de 5-7 y es de los que pasan por debajo del radar actualmente: 17 salidas de calidad (22 aperturas); seis “Derrotas duras”; PCL 3.09; oposición batea .252 y OBP .310; 20.3% de ponches; 6.9% de bases por bolas; FIP 3.53; ERA+ de 132 y tiene un apoyo ofensivo de 4.09 vueltas.
Lo expuesto en esta columna puede resultar sencillo pero es algo que se sigue propagando. Presentarle varios enfoques y opciones al público es saludable para que al final elija lo que considere válido para algo que nos apasiona tanto como “hablar de pelota”.
Como mencioné anteriormente: las victorias tienen mucha importancia en un lanzador pero, lamentablemente, él depende de que se puedan unir varios factores para alcanzarlas. Por consiguiente, el famoso “fulano ha ganado más” debe quedar en un segundo plano y enfocarnos en detalles de mayor peso.
Por Daniel Rufenacht