Por DiMaggio Abreu P
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SANTO DOMINGO (Licey.com).- Otro símbolo del Licey, uno de los más emblemáticos intermedistas de la historia del Glorioso, ya tiene un nicho en la inmortalidad del deporte dominicano.
Luis Castillo, quien contribuyó a la conquista de tres coronas nacionales y dos Series del Caribe en el breve tiempo que su estrellato en las Grandes Ligas le permitió jugar con los Tigres, fue exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, en su 51 ceremonial, el domingo 15 de octubre de 2017.
“También quiero darles gracias a los cronistas deportivos y a los Tigres del Licey, que fue el equipo que me abrió las puertas para estar aquí con todos ustedes”, prorrumpió Castillo, que de solo mencionar el nombre del centenario y más ganador club del béisbol invernal dominicano, fue interrumpido por la algarabía y aplausos de la mayoría del público presente en el hermoso auditorio del Pabellón de la Fama.
Antes que eso, y tras recibir los símbolos de la inmortalidad del presidente del Comité Permanente del templo deportivo, Dionisio Guzmán, y del vicepresidente Carlos Lamarche Rey, Castillo agradeció “a Dios, por haberme permitido estar aquí con tanta pléyade de dominicanos” con su elección al Pabellón.
Siguió con las gracias a su esposa Angy, presente en el ceremonial, a Julián Camilo (que lo entrenó para saltar al profesionalismo y lo acompañó como edecán) y al ‘J’ Alou (Jesús Rojas Alou), “que fue una persona que me ayudó bastante en mi carrera, que cuando uno empieza a jugar esto, no es nada fácil: esas son las gentes que le brindan el apoyo a uno, que le dicen su experiencia y que uno debe escuchar”.
“Doy gracias a mis compañeros, que son muchos, que están aquí y no puedo mencionarlos a todos; a mi hermana Mary, que también está aquí apoyándome; a toda mi familia que está aquí”, agregó quien fuera un gran líder en el clubhouse y el terreno de los bengalíes.
Y guardó lo más emotivo para lo último: “A mi madre, que no está aquí: está un poquito enferma, pero yo sé que lo está disfrutando como yo; también a mi padre, que falleció hace unos años, que sé que estuviera contento de verme aquí parado, junto con él, apoyándome como siempre lo hizo, y el béisbol lo jugué duro, con mucha dedicación por él y por ellos”.
El nativo de San Pedro de Macorís recibió la distinción a sus 42 años, a 14 de la última vez que se uniformó de azul en la pelota invernal (2004) y a diez de su retiro de las Mayores (2010), donde sorteó una trayectoria de 15 campañas con Marlins de Florida, Mellizos de Minnesota y New York Mets.
Una trayectoria mayorista en la que logró la consistencia ofensiva con seis temporadas bateando sobre .300, dos veces sobre .290, dos lideratos de bases robadas, tres guantes de oro como intermedista, tres elecciones al Juego de las Estrellas y un anillo de campeón con Florida Marlins, el de 2003.
Esas gestas, más sus logros con el Licey que depararon los títulos de la pelota invernal de 1998-99, 2001-02 y 2003-04, más las coronas de la Serie del Caribe del 1999 y 2004, catapultaron la exaltación del gran segunda base bengalí. Porque, cuando de segunda base entre los nativos del Licey se trate, el nombre de Luis Castillo figurará en primer plano junto al “gran capitán” Pedro González, a uno de un tiempo más lejano como Olmedo Suárez y de los últimos tiempos Anderson Hernández.
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Luis Castillo en su discurso en el Pabellón de la Fama y su edecán Julián Camilo sostiene la placa que inmortaliza a un símbolo del Licey.