Por DiMaggio Abreu P
Prensa@licey.com
SANTO DOMINGO (Licey.com).- Ronnie Belliard está de regreso con los Tigres del Licey. Su presencia en modo de coach para la estación 2019-2020, nueve años después del retiro y tras una carrera de 16 temporadas, cinco títulos y una leyenda forjada a base de gestas con su bate y con el guante, hacen obligatorio el reencuentro con todo el entorno de la pelota otoño invernal dominicana.
Por lo anterior no extraña que fuera el elegido para abrir “Desde el Play”, un proyecto del periodista Alberto Rodríguez con la plataforma digital de Diario Libre como soporte, para entrevistar a grandes figuras del pasatiempo dorado. En su caso, Ronnie habló de sus recuerdos como gladiador del Licey, de una etapa de “terror” contra unas Águilas que fue su principal víctima, de sus cávalas, de los buenos tiempos junto a un grupo que define como “de enanos” y hasta lo difícil que en ocasiones resultaba para los periodistas abordarlo, por lo que hoy se disculpa.
Para comenzar a hurgar en sus memorias, el periodista le recuerda, que cada quien en lo suyo se iniciaron por los 1995-1996 “y ya los dos tenemos canas”. ¿Qué conservas de esta pelota?, fue la primera pregunta. “Muchos. Creo que esta pelota fue lo que hizo a Ronnie Belliard pelotero”, responde el ex jugador de 13 años y 1,484 partidos disputados con siete equipos en las Grandes Ligas.
“Creo que esta pelota fue impactante para poder llegar a las Grandes Ligas”. Cree que cualquiera puede llegar a la más alta instancia del béisbol, no así mantenerse jugando todo el tiempo, tanto en aquella como en la pelota invernal y él hizo las dos cosas “todos esos años”, con el Licey desde 1995 cuando disputó un partido, hasta 2010.
Le recuerda el comunicador una situación de noveno juego de una serie final contra el Escogido, para el que los Tigres se quedaron sin torpedero por lesión de Cristian Guzmán. Y Ronnie fue donde el dirigente Dave Jauss y le dijo: “Yo soy segunda base, pero yo me paro en el SS esta noche”. Una hora antes, ya el Estadio Quisqueya estaba repleto de público, como muestra de la excitación creada.
“Era todo por el equipo, era todo por el equipo”, justifica el ex pelotero. “Recuerdas que yo jugaba (aquí) la tercera base, pero era un segunda base, pero era todo por la causa del Licey, una causa para ganar”. Refiere que el año anterior había jugado el campo corto en una final contra las Águilas, por tanto, Jauss sabía que podría hacerlo en un momento crucial. “Fui y le dije: óyeme, yo puedo jugar el short’, y me pusieron”.
Con Belliard es tema obligado hablar de la rivalidad existente entre Tigres y Águilas, en la cual protagonizó grandes momentos. Y resulta extraño, que aquello que mejor recuerda, no fue por una gesta suya.
“Uno de los mejores momentos que yo recuerdo y que lo vi (luego) por televisión, fue el Tulilazo”, rememora Belliard, para referirse al jonrón disparado por el cubano Andy Abab (a quien apodaban ‘Tulile’ por su parecido con un cantante en boga), en el séptimo y último partido de la final 2001-02 en Santiago. Ahí, Ronnie intenta imitar la forma lenta con que el narrador por TV de AC, Pappy Pimentel, comenzó su descripción del batazo, que de hecho, fue como sigue: “Batazo de fly largooo, atrás la bola, apúntalooo, la botó Tulile, sobre la valla del jardín derecho, remolca tres carreras; Licey se va delante de nuevo, nueve por siete. ¡Qué majaguazo!”.
“Ese es uno de los momentos que yo más recuerdo”, refiere Belliard de la narración de dicha gesta, que se encuentra en Youtube, y que de hecho, eriza la vellosidad a los seguidores liceístas y que intentan borrar de su recuerdo los aguiluchos.
“Otro que recuerdo contra las Águilas” –agrega, sin citar la temporada ni momento- “fue cuando me tiraron por la cabeza, que al próximo lanzamiento la boté (de jonrón)”.
Reafirma lo que la afición de su época sabe, que tuvo muchos buenos momentos, con muchos batazos oportunos contra las Águilas y muchas atrapadas decisivas, sobretodo en la tercera base. “Yo sé que no le hacía errores a las Águilas, todo lo que ellos bateaban por ahí, yo lo recogía y hacía out”.
Llega el tema de la parte defensiva en la tercera base, que le afirma el comunicador que Belliard jugaba muy adentro, en la grama interior. Y Belliard le aclar: “A los que uno les decía ‘alitas cortas’ -sin irrespetar a nadie-, a los muchachos que bateaban primero, segundo, octavo o noveno, que corrían mucho, yo les jugaba adelante”. Por el contrario, “a los Miguel Tejada, Tony Batista, Raúl Mondesí, que jugó un año con las Águilas, a ese sinnúmero de peloteros que ellos tenían, (como) Guillermo García, Mendy López, yo les jugaba atrás y por eso les cogía todos esos rollings jugando casi en la yerba (atrás)”.
Como forma de tener su opinión respecto a los jugadores que se establecen en Grandes Ligas y evitan la pelota invernal, el periodista recuerda el año 2004, cuando Belliard disparó 48 dobles con los Indios de Cleveland, y que no le escuchó decir que no jugaría en RD, porque no se lo permitían sus equipos en MLB. “No era que no me lo permitían”, replica el ex jugador.
Y matiza: “En casi todos mis años en las Grandes Ligas, yo los jugué (en la Liga dominicana) a mi riesgo. Cada vez que yo firmaba un contrato me lo decían: ‘si te lesionas te lo podemos quitar’, y yo les decía, dale, si me lesioné, ustedes me lo quitan”.
Y explica el por qué: “Era que yo tenía que cumplir con el fanático. El fanático me apoyó desde un principio de mi carrera hasta el final. No todo pelotero se puede ponchar tres veces en un juego y caminar para el dogout y el fanático pararse a aplaudirte: eso se llama respeto, eso se llama, que no importaba al final de mi carrera, lo mal que me fuera, porque el fanático siempre iba a apoyarme por lo que hice cuando estaba más joven”.
Otro aspecto tocado fue el de jugadores que se dicen que entraban a jugar en la pelota invernal sin contrato. “Yo le decía a (Fernando José) Ravelo, que casi siempre fue mi gerente general: ‘fírmalo tú’. Yo no bregué con contrato, lo que me gustaba era jugar”.
De rebote, Belliard señala que casi en ninguna temporada debutó en la capital, siempre fue en San Francisco ante los Gigantes o contra las Águilas en Santiago, lo cual hizo inferir al entrevistador, que era cávalas. “Casi, normalmente, cada vez que lo hice (debutar fuera de casa), éramos los campeones”.
Entonces era un tema de cávala, pide confirmación Alberto. “Claro que sí. Nosotros no teníamos nada más eso; hasta unas medias que se rompía, si el equipo ganaba, le iba mal o como fuera, uno va cambiando la situación, fuera una gorra, el pelo… Si recuerdas, a veces venía con bolitas, que yo tenía el pelo medio larguito, me ponía las bolitas cuando ganábamos y me las quitaba cuando perdíamos”.
Un tema que se ha convertido en polémico es el de aceptar y rechazar reforzar a un equipo rival en el round robin y en Serie del Caribe, sobre todo, en el caso Licey-Aguilas. Por eso le preguntaron si el equipo cibaeño alguna vez le invitó a jugar en el clásico caribeño. “Claro, yo fui con las Águilas una vez a Mexico, me invitaron y yo fui. Siempre me puse, porque (Luis) Polonia y otros aguiluchos iban con el Licey, nadie decía que no y cuando me invitaron, estuve presente y era a representar a la República Dominicana, sea el equipo que fuera”.
A sabiendas de que en la época en activo de Belliard no había sorteo de los jugadores descalificados en la ronda regular, por lo que le dejan caer la pregunta, de si hubiese reforzado a las Águilas a partir de un round robin. “Yo creo que sí, depende, ¿qué te puedo decir?”, fue su reacción. De inmediato toma otra deriva, que tiene que ver con los muchachos que solo juegan en ligas menores, donde no hacen dinero y necesitan “esta cosita” de la liga invernal y cuando son seleccionados en el sorteo para reforzar otro equipo, lo hace.
Y continúa: “Yo, a lo mejor, hubiera dicho que sí o que no. Uno supuestamente, como liceísta, quizás hubiera dicho: ‘ah, no voy a buscarle un campeonato a las Águilas, dando yo mi hit o cogiéndole la bola’. No, esto es profesionalismo; ya esto es, si tú lo quieres hacer, lo haces. Yo respeto su decisión de si quieres ir o no”.
¿Se ve Ronnie Bellaird como un coach de ligas menores para subir a las Grandes Ligas; un posible manager del Licey en el futuro cercano?, le sueltan y responde: “Para el futuro, pueda ser que sí (dirigir a los Tigres). Ahora mismo no me veo cocheando en las Ligas Menores ni en Grandes Ligas. Ahora mismo me veo cocheando a mi hijo; cuando termine esta temporada (con el Licey), porque soy asistente de la high school, me voy a cochear y ver a mi hijo jugar, y en la próxima temporada, si el Licey requiere de mí, yo vuelvo de nuevo y ellos lo saben”.
Al hablar de su hijo, del mismo nombre, se le recuerda a Ronnie que sería la tercera generación de los Belliard en el béisbol de alto nivel, ya que su padre, Diógenes, es un inmortal del Deporte dominicano, puesto que fue miembro de las selecciones nacionales de béisbol y softbol. “Para llegar a Grandes Ligas hay que fajarse, hay que tener dedicación”, dijo respecto al futuro del hijo. En cuanto a los Belliard, recuerda que el ex torpedero de GL y del Licey, Rafael Belliard, era un primo segundo y que hubo otros que firmaron al profesionalismo.
En medio de risas, el entrevistando recuerda que Ronnie “no era fácil” y que una vez se pelearon porque el jugador externó que no quería periodistas en el club house, a lo que replica: “Recuerdas que en Estados Unidos tienen un momento para que el periodista entre. No era por mal, que yo lo hacía, era el momento; veía cómo pasaba en Grandes Ligas y yo quería implantar eso aquí, pero estamos en Santo Domingo”.
Abunda que a veces, “salía por ahí y decía: no voy a dar entrevistas a nadie y tú venías y me decía, ¡Ronnie, qué pasa! y yo venía y te la daba. Yo todo el tiempo andaba como cascarrabias; (pero) los últimos cuatro o cinco años, lo hacía (dar entrevistas) y si ofendí a alguien, le pido disculpa, pero tú sabes que yo le daba la entrevista a todo el mundo”.
Vuelven al tema familiar, del hijo que quiere que sea profesional del béisbol, que la gene no sabe que su padre Diógenes disfruta de buena salud y que su mente no está en forjar carrera como coach de Ligas Menores, aunque se lo han propuesto a través de firmas de agentes, pero que su interés está puesto en que su hijo se gradúe en la high school.
“Ahora, en los tres o cuatro meses aquí, para que el Licey sea campeón, puedo venir y ayudar como coach o como ellos quieran. Y como me dijo alguien, que ‘algún día tú serás manager’ y le dije: cónchale, a los managers los botan y no quiero que me boten del Licey”. Se ríe.
Insiste Rodríguez con su creencia de que Ronnie algún día será dirigente de los Tigres, porque si hay un tipo que conoce lo que pasa a lo interno del club house, es él. “No es que nada más conozco eso; creo que la pelota que jugamos, era buena y que por eso ganamos cinco campeonatos”, concede.
Afirma que en esos equipos que jugó tan bien para el Licey “era un grupo de enanos”, junto a D’Angelo Jiménez -que es un poco más grande-, y estaban Timo Pérez, Erick Aybar, Anderson Hernández. “Era una pelota caliente y tengo esa experiencia y si llega el día de dirigir, con los que estén a mi lado, presentaremos algo que pueda ayudar a ganar el campeonato”, confía.
Se le refiere si ya se quitó la ropa de pelotero, en el entendido, de que hay coaches que tienen la mente del jugador y cuando se presenta un turno, por ejemplo, contra las Águilas, con ocho o diez mil personas en el parque, que se requiere un batazo clave, si ha pensado que le gustaría tomar ese turno, lo cual niega. “Lo podría pensarlo, pero no ponerme el uniforme” dice.
Entonces toma como el ejemplo un momento del primer juego del año entre azules y amarillos en Santiago. “Waoo, juego típico de Licey y Águilas: 2-1, aquí no se sabe quién va a ganar hasta el último out… Y mira cómo pasó, base en bolas (a Michael De la Cruz, con dos outs) y ‘un turnazo’ de este muchacho, no recuerdo como se llama (Jayson Asencio), tremendo turno, (pega) doble, el juego se empata, las cosas se dieron, y cómo hicimos un doble play con bases llenas y un out (cierre del décimo), y dije, el juego habló y volví y dije: wao, con las Águilas las cosas nunca cambian”. El Licey hizo cinco el onceno para ganar 7-2.
¿Ha crecido la Liga de Béisbol en comparación a cuando tú jugabas, ha crecido el evento? “Sí”, responde. “Ha crecido el evento. Creo que esto está ya a nivel de Grandes Ligas; la generación mía es lo que buscaba, creo que los club houses de visitantes hay que arreglarlos un poquito”, sobretodo, concuerdan, el de San Pedro de Macorís.
Para reforzar su opinión de que el evento ha crecido, Ronnie ejemplifica con un gran batazo que disparó Juan Francisco en primer partido contra el Escogido, que el jardinero central lo atrapó en lo profundo del jardín central, chocando con la pared. “Y dije, Waoo, en mi tiempo había que irlo a buscar con la ambulancia”, porque en su tiempo era cemento puro, las vallas no estaban acolchadas como hoy y muchos jugadores fueron sacados en ambulancia. “Termina con una sonrisa”.